martes, 13 de octubre de 2009

Onírico I


Finalmente mis párpados se cerraron por costumbre y no supe más del mundo exterior... Era una tarde -al parecer de verano-, el pasto crecía limpio y verde en un sector despoblado de vicios mundanos, sólo los árboles podían ser testigos de tan magnífico paisaje. Hasta que llegamos nosotros a disfrutar de tal área, nos tiramos en el césped a reír de frases que no recuerdo. El sol se estaba por marchar, pero deseé que cuanto antes se hiciera de noche, efectivamente todo se oscureció, inclusive así lograba distinguir las siluetas de todos, pero no sé quienes eran algunos, sólo sé que todavía reían y de vez en cuando conversaban con un poco de calma, en cambio otros se pararon a caminar pero en un silencio absoluto. Tomé de la mano a uno de ellos -esta vez si tenía conocimiento de quien se trataba-, aceptó mi invitación a deambular por ahí, claramente ambos sabíamos lo que pasaría más allá, en el camino hacia ningún lugar en específico, pero callamos y no dijimos nada en el trayecto, le apreté muy fuerte su mano porque comencé a sentir un miedo intenso tras esa oscuridad que jamás había visto, pues no era una noche como otras, no caminaba para nada sola, pero él no me hablaba de nada. Puede que en algún momento haya pronunciado algo casi mudo, pero efectivamente no logré oírle, ni pude darme cuenta si acaso sus labios lograban moverse de alguna forma, para ver si podía darme señal de que transitaba consciente aún. Seguía ese gran temor presente, penetrando mi alma, de no ser por unas ramas que se movían como sombras en un ambiente lóbrego, hubiese creído estar completamente ciega de un momento a otro. No podía siquiera levantar la vista para divisar las estrellas, pues nunca supe si en aquella noche existieron en el cielo, que por cierto, tampoco logré notar. No fue largo el trayecto a lo desconocido, pero el pánico me tenía viviendo los segundos como horas y horas de fatiga. De pronto nos encontramos con un destello que brillaba frente a nosotros -ni idea de como llegó a ocurrir esa repentina aparición-, luego de acercarnos un poco más notamos que era una casa, pintada de cual nieve recién caída. Un impulso nos llevó a entrar a ese hogar deshabitado, todavía en un silencio agobiante. Descubrimos que no era una casa como teníamos entendido -claro que las suposiciones estaban sólo dentro de nuestro interior y no dimos cuenta de ello a través de comunicación alguna-, al contrario de aquella conclusión, se trataba de una capilla -eso sí, no existía nadie más que nosotros dos-, tenía flores frescas al rededor, símbolos religiosos por doquier, uno que otro banco, pero lo más impresionante era la luz intensa que allí había, y que más se resaltaba gracias a sus blancas paredes. No sé en que instante ya nos encontrabamos frente a un pequeño altar, supuestamente podíamos leernos la mente, por tanto, no había necesidad de anunciar la siguiente acción, pues ya teníamos conocimiento de antemano; que él debía abrazarme con dulzura. Me abrazó, y al fin, por mi parte, rompí el hielo y logré pronunciar palabras que sí recuerdo con exactitud; -¿Puedes rezar por mí?- le pregunté-, él no me contestó absolutamente nada, pero al cabo de unos cuantos segundos puso sus manos en mi espalda y me abrazó aún con mayor intensidad, entonces comenzó a rezar tal cual lo solicité. No recuerdo que oración transmitía, pero noté que en su voz había pasión al pedir una cura divina para mí, mientras yo apoyaba mi cabeza en su pecho, logré sentir casi dentro de mi cuerpo su respiración que me logro dejar sin pensamientos ni consciencia de nada, aunque sólo por un segundo fugaz de total paz. Pero de nuevo volvió el miedo, pero esta vez la angustia se hizo más fuerte que la del camino, había una situación que me tenía así de exaltada y débil -motivo que tampoco logro recordar-, me eché a llorar, él seguía rezando y no se detuvo en ningún momento aun oyendo mis sollozos, hasta que acabo. En señal de calma, y todavía cobijada entre sus brazos, me besó la frente con tal ternura que mi llanto se fue desvaneciendo de a poco y la desesperación ya sólo se hallaba impregnada en un trozo de mi alma que estaba apegada a su cuerpo buscando algo de seguridad; como si fuese la única salvación en el mundo para todos los males. Algo sucedió, nuevamente, en una imagen veloz, estabamos situados en el mismo camino -la capilla había desaparecido de nuestras vistas extrañamente-, lo distinto es que esta vez no sentía ni miedo ni felicidad, ya no tenía miedo de la noche, puesto que una luz emanaba del borde los árboles, inclusive lograba mirar un poco de cielo, suficiente como para ver a quien me acompañó todo el tiempo silenciosamente y le oí sólo cuando rezó por mí. Dirigí mi mirada hacia su boca, que parecía resaltar de un color singular que le pedía algo a la mía, me miraba a los ojos, pero siempre en silencio, y en esta ocasión acepté con cariño su falta de vocablo. Le robé un beso de novela, totalmente pasional, y sin importarnos el resto de la noche, nos guíamos a un rincón repleto de ramas secas, comenzó a explorarme con las manos por cada tramo de piel que no conocía de mí, sentí aquéllo que llamamos lujuría, y de un momento a otro ya no veía nada, sólo un inmenso vacío, escuché ciertas entonaciones, sabía que aún estaba viva, pero ya no podía tocar ni ver cuestión alguna, aunque podía advertir que mi conciencia, confusa, seguía allí buscando alguna respuesta; una dimensión desconocida... desperté, estaba tendida en mi cama, la ventana me indicó que el día seguía existiendo, y que no me había perdido en la oscuridad como en la anterior noche.

domingo, 4 de octubre de 2009

De lo negativo.


Siguiendo una convicción; no cambiaré mi versión de los hechos, pues no he perdido la memoria para inventar algo nuevo y sé que he dicho la verdad, a pesar de que han cambiando todo dicho por mí, y es que cuando comuniqué algo (que tenía mucho miedo de los actos de una persona), mis palabras pasaron de persona en persona hasta que toda frase quedo en una eterna distorsión, por lo cual ya no era mi historia la que se contaba, sino que la versión que se creo gracias a la percepción de otros. Ha ocurrido que con el pasar del tiempo, por ejemplo, a través de los medios es fácil manipular información, le agregan más tragedia de la cuenta u ocultan la verdad para alivianar la situación, la que se deja ver de a poco si pasan los meses o los años.
Me han hecho sentir como una sonámbula, no tengo idea si he dicho cosas dormida, tal vez sí, tal vez no, pero no sé que pesadilla pudo haber sido... volviendo a la realidad, no me considero una persona dañina, pero no toda la gente ve nuestros actos con los mismos ojos, pues hay daño que se causa sin intención, o las personas lo ven como algo intencional puesto que desde la rabia todo se ve como sólo ella lo quiere ver; la rabia es un mal trance, nos hace hablar lo que en la calma no nos atreveríamos a decir por el sólo hecho de que no buscamos quitarle su verdad o sus razones al otro. El diálogo es la mejor manera de llegar a un consenso con quienes buscan culparnos de algo con o sin causa, inclusive así tengo pena... En la ciudad nadie se detiene a mirarnos a los ojos, se dirigen con apuro hacia ningún lugar, si se pierde la verdad llega la hora de gritar, y si aquel aullido no se oye, llega la violencia para, supuestamente, arreglar las cosas por la fuerza y mantener el orgullo (sí, también el poder). Asumo que no tengo fuerza alguna en las manos y tampoco me he dejado crecer las uñas para rasguñar; me mantiene la idea de que todavía no es tarde para que los enemigos se sienten en las sillas de un bar, tomen un café sin azúcar para quitar la expresión de la furia, dialoguen por primera vez (pues todo el tiempo estuvieron gritando), hasta llegar a la paz que hace hasta brillar la esencia de las personas, y finalmente, un trago para brindar... Es fácil soñar, por ende, no me cuesta creer que podamos amar lo que hemos odiado por mucho tiempo, sin darnos cuenta que en el fondo tenía una luz para nosotros, o bien, una sonrisa para purificar tanto mente como corazón. Es linda la vida, al fin y al cabo, pero quien guarda rencor, se carga una bolsa de basura sobre la cabeza, que al término, derrumba a cualquier sujeto de mala sangre. Por ello, puedo decir que no conozco la palabra odio en toda su magnitud, lo que sí, he tenido rabia e impotencia, pero todo fue pasajero, colectivo, como el estrés. He sentido ganas de abrazar y calmar a quienes me han dañado y se han equivocado conmigo, y es que no hay nada mejor que quitar las espinas del corazón, el polvo de los ojos, pero es algo difícil de hacer, cualquier creería que probablemente es una burla; no quiero que me escupan en la cara... Sin embargo, le temo al odio y la locura de los hombres, por estos días ocurre que algunos salen a la calle con armas, tal como sacar a un perro bravo a pasear por las calles, sin bozal ni vacunas, pero en vez de mordeduras, hay muerte para algunos transeúntes que perecen por tener un poco de dinero y un celular, o bien, porque otros llevaron la venganza al extremo... Los mayas dijeron que el mundo se acabará el año 2012, por ahí un día de diciembre, el 21... yo no sé si eso en verdad ocurrirá... no tengo el don de adivinar, no he comprado ni asegurado mi futuro, pero sé que a pesar de ello, es evidente que los hombres se destruyen entre sí, y a la vez, por querer derrotar a otros, se aprovechan de los regalos de la tierra y los usan para su utilidad de ganar y ganar con fines lucrativos; al final el dinero nunca se conserva, recorre manos que muchas veces ni siquiera necesitan más de éste, y sin embargo, continúan el círculo vicioso de dejar a otros humanos desposeídos y sin nada más que la vida y un vestuario... otra cosa, cómo es posible, que ya ni bajo los árboles encontremos sombra... nos vamos a evaporar, se ha hecho suficiente como para ir acabando con el mundo, sin mayores predicciones. Comienzo a sentir sed, queda poca agua, espero no presenciar una guerra por ello... ha salido el sol, pero el cielo sigue gris, el smog se ha convertido en una nube más... ya no puedo caminar de noche, hasta de día se hace un poco complicado; la maldad ha salido a la calle disfrazada de hombres y mujeres sin conciencia... no he podido mirar las estrellas en este sitio, algo está tapando el cielo puro... podemos hablar de sana diversión, pero siempre está como segundo plan traer el alcohol, las drogas y el tabaco; vicios que se han apoderado de casi todas las edades. Puedo querer tanto bien para los demás, pero soy sólo una humana, y lidiar con toda la gente del mundo, es imposible. Aun así, un grano de arena puede ayudar aunque sea un poco; vivimos en sociedad.