jueves, 5 de noviembre de 2009

Una carta para usted.


Empiezo por aclararle que si alguna vez esto llega a su vista, es porque he recordado el trozo de una canción... “No se puede continuar, ya la magia terminó (...)”. Por mí no le escribiría ni una de estas palabras, pero un recuerdo me ha traído hasta aquí; sí, una estrofa, para redactarle lo que no le puedo decir frente a frente. Quizás estas sean más palabras arrojadas al espacio, para que otros las contemplen por usted, muchas veces he querido hablarle para aclarar muchos cosas las cuales están inconclusas, tal vez a estas alturas no recuerde mi nombre, pero si lo quiere averiguar nuevamente, puede usted venir a preguntarme cómo solíamos decirnos antes. Se comienza a esclarecer mi pensar, y me pregunto cómo es posible que por estos días las cosas estén así de quebradas. Usted se distanció de mí, y en aquel pasado estuve noche tras día buscando una explicación de su partida, me dejo sin siquiera advertírmelo, pero cómo iba yo a saber, si la última vez que nos vimos en el parque me dijo que estaba enamorado de mí, que después de aquel reencuentro nunca más me dejaría, yo le creí, pero no por la sarta de cosas que mencionó acerca de -en aquel entonces- mi enamorada persona, confié de su declaración porque estábamos muy cerca y sus ojos resplandecientes encendieron mis mejillas de un matiz que no alcancé a notar, mas en sus pupilas de tono profundo pude encontrar mi explícito rubor; cómo no iba a creer en toda esa belleza, si su mirada parecía dilatarse de la emoción... Volviendo a lo principal -como le iba explicando-, sucede que por usted por poco pierdo todas las lágrimas, me hallaba como una hoja seca flotando por las calles sin saber a dónde llegaría al no pensar en nada más que la distancia que impuso entre nosotros -los de antes; los que gozábamos de un complicado romance-. Lo bueno es que el efímero destino ha ido dejando en un sendero la mayoría del daño que usted provocó el otoño que se marcho y no volverá hasta el siguiente año. Usted cree que el tiempo no me trajo al oído sus secretos, pero se equivoca, me he enterado de todo lo que le ha pasado, creame que lo siento mucho, de haberme dicho la verdad le hubiese aceptado sus errores y le habría ayudado a salir de su nostalgia; dolor que sé que todavía le duele en su interior. Sin embargo, no me reveló todas las cosas que le sucedieron, justamente eso es lo que me tiene tan molesta, que me haya mentido, que haya dudado de mi comprensión, porque, claramente le hubiese prestado mi hombro para que se lamentara de todo lo mal que lo ha pasado. No me pregunte quién me ha contado de su vida, pero debe saber ese dicho que mencionan siempre, que en esta vida todo se sabe ¿Lo ha oído en alguna ocasión?, no tiene importancia quien me ha hablado de su suerte, el hecho es que simplemente lo sé, y permitame gritarle en medio del silencio ¡No me mienta más!, ¡Detenga su maldita ley del hielo!, ¡Por favor dialoguemos sobre lo que le aqueja!. En caso contrario, si a usted le han hablado de mí, no me interesa saberlo, ya ni sé qué es verdad y qué es mentira; la gente dice tanta palabra que he llegado a dudar si acaso soy real, si acaso he caminado dormida diciendo y haciendo porque sí. Le he intentado llamar por teléfono, pero temo que no quiera contestarme, o que me conteste y cambié su tono de voz para decirme que es su hermano y que usted no sé encuentra en casa. Le he intentado llamar como antes, pero eso es pasado, y ahora no sabría como saludarle y entablar una conversación entre entes desconocidos, le quiero preguntar muchas cosas, pero su voz temblará y me preguntará si estoy demente o ebria. Mejor callar y esperar a ver si algún día nos encontramos como transeúntes y esperar a que usted no me voltee el rostro para evitarme.
No crea que aún Le amo como antes, de hecho, le confirmo desde ya que no Le quiero. Lo cierto es que no pienso en usted, pero no le puedo olvidar; totalmente paradójico, mas de cuando en cuando se viene a mi cabeza por uno u otro motivo que no comprendo, y cuando se proyecta aquella imagen, creo que Le extraño, y es que quiero recordar qué sabor tenían sus besos, pero no tengo idea, la memoria no conversa ese tipo de esencias, lo importante sería revivir el momento para reconocer aquel gusto, eso no importa, eso es imposible, porque usted no me quiere confesar el motivo por el cual me abandono sin decir absolutamente nada... ahora que reflexiono, la verdad es que no le quiero volver a besar nunca más, pues me podría enamorar otra vez, sin querer queriendo y por una mínima acción, mejor le digo desde ya que no es a usted a quien extraño, sino la sensación de sentirme amada por otro ser.
Le confieso que desde que usted no está a mi lado, me he sentido bastante sola, lo cual no digo que sea algo malo. He llegado a la conclusión de que quizás usted tenía razón cuando me decía que no le merecía, al parecer era verdad. Sabe, le entregué mucho amor, y ahora en soledad me he dado el gusto de tomarme un mayor amor propio, lo cual quiere decir que tengo tanto amor, que podría compartirlo con alguien más. Por lo tanto, no crea que yo dependo de su recuerdo, he cambiado bastantes cosas, si alguna vez me encontrara por alguna casualidad, no me reconocería, y no por la apariencia, sino por los temas de los que podríamos hablar; le cuento que he evolucionado, y mientras usted prefiere apreciar las luces parpadeantes en una fiesta, yo prefiero observar como se desliza una mano empuñada al escribir. Ya no somos los mismo de ayer, pienso que usted, al igual que yo, también ha cambiado ciertas cosas, y por lo mismo, más lejos nos hallaremos.
Sólo le pido que no me mienta más, e incluso ahora le puedo desafiar, y asegurarle que me miente al no hablarme, usted mismo se engaña, no crea que soy ignorante con respecto a ello, pero sé que aún piensa mí, y olvide lo que dije al comienzo, usted no ha olvidado mi nombre, lo sabe perfectamente, e incluso ha intentado hablarme de nuevo, pero no puede, yo lo sé, tiene un nudo en la garganta que no le deja confesarme que es orgulloso e inseguro, que tiene miedo de mi reacción, pero le juro que le comprenderé si me quiere pedir perdón por todo el dolor.
Estoy esperando a que me roben un beso, y le aclaro que no es por despecho, es por tener la esperanza de cumplir mi mar de sueños por realizar.
Le acepto que venga a las cercanías de mi hogar para que al menos me pueda decir Adiós, le espero si quiere, pero cierre este capítulo de una vez y deje de atormentarse con el pasado, aunque le advierto que soy muy débil y no soporto las despedidas, por lo cual deberá extender sus brazos para consolarme por última vez. De antemano le pido disculpas si estas palabras le rompen el corazón, pero le transmito lo único verdadero; el presente.