viernes, 8 de mayo de 2009

Dolores


Tenía tanta rabia. Me dolía la cabeza, mucho más de lo que me dolía cuando desperte, hasta mis huesos se veían agotados ante este maldito resfrio. Ahora viene la causa de mi penosa ira; solo quería descansar hasta sentirme mejor y ver la televisión sin necesidad de ponerle atención. Las personas malhumoradas buscan escupir sus rabias sobre otros, como si aquellos "otros" fueran culpable de todo. Esa vez me toco a mi ser golpeada por una dosis de palabras letales, sentí la humillación correr por mi sangre que ardía, y como un volcán, estalle en lágrimas. No quería llorar, me frotaba los ojos con tal fuerza que era para peor, no sabía como detener la desesperación que corría sobre mis mejillas rojas de pura rabia. De la frente me brotaba un sudor insano que moría en mi cabello humedo de tantas gotitas saladas. Quise ser fuerte, pero no pude, bajos los ojos me colgaban dos bolsitas negras que parecían ser el inmundo resulto de semanas de haber llorado día y noche, sin parar. En realidad solo fueron horas, pero libere toda la pena que acumule en mis ojos durante días en que no me derrumbre ante todas las personas que me miraban a los ojos, como si hubiesen adivinado que estaba a punto de llorar a mares. Es dificil retener las lágrimas, porque las muy maliciosas cuando no las dejas escapar, se van al corazón y nos terminan ahogando igual... Miraba el techo como si me fuese a caer una solución divina. Salí de mi cama para no ser devorada por mis sabanas multicolores que no lograban teñir mi animo. Camine hacia el baño arrastrando mis pies, no podía sostenerme con calma, las piernas me temblaban, el corazón se me encogia y en mi cabeza martillaban las palabras que habían prolongado un eco interminable en todo mi cuerpo. Entre torpemente al baño, me mire al espejo, me veía patetica, le hubiese dado un abrazo a mi reflejo para que dejara de llorar conmigo. Una tenue luz de atardecer agonico entraba por la ventana. Me quite la ropa casi sin darme cuenta. Entre a la ducha, el agua tibia golpeaba mi cabeza palpitante de dolor. De pronto el agua calida, comenzo a salir fria, ya no podía regular la temperatura, y llore tontamente de pena y de frio. Mucho frio... Y...
Bueno, recorde ese día por casualidad. La memoria guarda trozos que salen a flote en cualquier momento. Ahora lloriqueo de miedo. De pronto mi mente se pierde en una niebla espesa y me acorrala el panico a la vida, el miedo que siento cuando mis dedos tiemblan y no puedo escribir porque la niebla me hace avanzar directo a la nada, la nostalgía que me consume cuando imagino los ojos de él besandome. Si sigo postergando el encuentro... quizás su corazón se canse de latir por el mio, pero mi corazón no se agota de este amor. Con o sin miedo Lo amo de la misma forma, igual que ayer y mañana...De pronto me di cuenta que le temo más a la vida que a la muerte...

No hay comentarios: