“Reencuentro”
“Acordamos una hora y fecha antes de lo previsto. Desperté a las 5:30 a.m, no podía dormir tranquila pensando en que en pocas horas más nos veríamos. Me daba vueltas en mi cama de un lado a otro, las nauseas me invadían, es que mi estomago estaba repleto de mariposas (así se dice que se siente el amor). Después de horas de girar entre mis sabanas acorraladas de tantos latidos impacientes, me levanté, me vestí con mucho cuidado para tratar de verme muy linda para ti, puse en mi boca el labial adecuado para que luego se borrara por completo entre tus labios y los míos, el espejo me dio la seguridad de que me mirarías con mucho amor. Salí a la calle, el frío se metía en todos lados, el sol aparecía con timidez y mi imaginación me adelantaba el momento que esperaba. Caminé a la escuela tratando de avanzar a paso lento para no arruinar mi peinado, de igual modo mi cabello es demasiado inquieto para permanecer en su lugar, pero era lo de menos. Permanecí pocos minutos en mi lugar obligatorio, en cuanto pude huí de mis responsabilidades, crucé la puerta pensando que algo podía dejarme sin cumplir mi palabra, por suerte disimulé mis ganas de escapar...
Te esperé en el lugar exacto, diez minutos y no llegabas, veinte minutos, treinta minutos y aún no llegabas, de mis ojos estaban a punto de caer un chorro de tristeza, pero cuando te vi a lo lejos, la tristeza se cambio por estrellas navegando en mi mirada. Por un momento me quede en blanco pensando en algo coherente que decir, no hizo falta nada, me tomaste de la mano como si nunca me hubieses soltado, un calorcito abrigaba una de mis manos deseosas de dejar sus huellas en ti. Caminamos hasta llegar a una plaza cubierta por el típico sol que exagera en la mañana, nos sentamos en propiedad de nadie, me dijiste que me extrañabas y lo comprobé en tus ojos, nos besamos, y reviví los recuerdos que en aquel momento se estaban haciendo presentes nuevamente, al fin recuperé tu sabor, reviví la secuencia de movimientos que tenían nuestros labios unidos, y mi boca agradecida de saciar la sed de ti. Nos abrasamos, y yo te abrasaba con amor, no quería soltarte nunca más, quería atarte a mi cintura para siempre, que no nos dejáramos huir jamás. Te abrasaba, apoye mi cabeza en tu hombro, anhelaba respirarte de cerca, miraba hacia el vacío, evite llorar de emoción, de todas maneras tenía miedo de que fuera nuestro último encuentro, pero deje el miedo de lado para disfrutar el reencuentro. Tú estabas más grande, y yo me sentía cada vez más pequeña entre tus brazos. Te amo, Te amo, que hermoso sonaba decirlo en aquella banca privilegiada de sombra. Quería tirarme al pasto para encontrarle formas a las nubes o ver las hojas secas moverse con disimulo entre las ramas, pero nuestra alergia al pasto, tú sabes. Besos y abrazos, la gente se extinguía, el ruido de los autos desaparecía, el mundo no era mundo, solo faltaba que llovieran hojas secas sobre nosotros, te dije que me encanta el otoño. Me perdí en tus ojos, tu mirada me consumió por completo, no olvidare como me miraste. Besos y más de esos, ya no me importaba que alguien notara que no estaba donde debía, las multitudes solo eran partículas flotando en el aire. Besos por montones, de a poco acerque mi mano a tu punto débil, me desesperaba pensar en algo entonces, la sangre me hervía por dentro, y por fuera me poseía un escalofrío que contenía más calor que frío, cuando tus dedos recorrieron por fuera esa grieta cálida deseé con tantas ganas tenerte en un rincón oscuro solo para mi... Seguimos caminando, nos perdimos por ahí. Soñaba despierta con besarte todo el resto del día. Estabas tras mi cuerpo impaciente, te sentía tan apegado a mi que la pasión se derramaba en mi cuerpo, mi piel pedía a gritos que tus manos cumplieran la magia de erizarme por completo. Y lo hiciste, sedujiste mis sentidos. Te sentía tan, tan cerca, tan apegado a mis deseos que te quería aún más cerca, tan cerca que acabaras siendo una parte más de mi cuerpo, que te incorporaras a mi carne. Tú, tus manos, tu cuerpo, querían hacerme tuya. No era el momento, ni el lugar, y la hora de despedirse estaba por alcanzarnos. Y continuamos el camino, no quería dejarte ir, era un milagro tenerte junto a mi de nuevo, aunque las horas se detuvieron cuando Te amé mirándote a los ojos, volví al tiempo real. Adoré la mañana junto a ti, a tu lado me sentía viva otra vez. Nos despedimos en un paradero, un beso para recordarnos, se marchaban tus ojos que brillaban en los míos. Crucé la calle acumulando esperanzas para verte pronto.
Subí a un bagón del metro, me fui pensando en nosotros, el ambiente se macha de recuerdos, y los recuerdos me alivian el corazón. Tengo fotos de nosotros, quiero una copia para cada rincón de mi casa, tengo un alma para ti, quiero llenar cada rincón de tu corazón...Te amo.”
“Acordamos una hora y fecha antes de lo previsto. Desperté a las 5:30 a.m, no podía dormir tranquila pensando en que en pocas horas más nos veríamos. Me daba vueltas en mi cama de un lado a otro, las nauseas me invadían, es que mi estomago estaba repleto de mariposas (así se dice que se siente el amor). Después de horas de girar entre mis sabanas acorraladas de tantos latidos impacientes, me levanté, me vestí con mucho cuidado para tratar de verme muy linda para ti, puse en mi boca el labial adecuado para que luego se borrara por completo entre tus labios y los míos, el espejo me dio la seguridad de que me mirarías con mucho amor. Salí a la calle, el frío se metía en todos lados, el sol aparecía con timidez y mi imaginación me adelantaba el momento que esperaba. Caminé a la escuela tratando de avanzar a paso lento para no arruinar mi peinado, de igual modo mi cabello es demasiado inquieto para permanecer en su lugar, pero era lo de menos. Permanecí pocos minutos en mi lugar obligatorio, en cuanto pude huí de mis responsabilidades, crucé la puerta pensando que algo podía dejarme sin cumplir mi palabra, por suerte disimulé mis ganas de escapar...
Te esperé en el lugar exacto, diez minutos y no llegabas, veinte minutos, treinta minutos y aún no llegabas, de mis ojos estaban a punto de caer un chorro de tristeza, pero cuando te vi a lo lejos, la tristeza se cambio por estrellas navegando en mi mirada. Por un momento me quede en blanco pensando en algo coherente que decir, no hizo falta nada, me tomaste de la mano como si nunca me hubieses soltado, un calorcito abrigaba una de mis manos deseosas de dejar sus huellas en ti. Caminamos hasta llegar a una plaza cubierta por el típico sol que exagera en la mañana, nos sentamos en propiedad de nadie, me dijiste que me extrañabas y lo comprobé en tus ojos, nos besamos, y reviví los recuerdos que en aquel momento se estaban haciendo presentes nuevamente, al fin recuperé tu sabor, reviví la secuencia de movimientos que tenían nuestros labios unidos, y mi boca agradecida de saciar la sed de ti. Nos abrasamos, y yo te abrasaba con amor, no quería soltarte nunca más, quería atarte a mi cintura para siempre, que no nos dejáramos huir jamás. Te abrasaba, apoye mi cabeza en tu hombro, anhelaba respirarte de cerca, miraba hacia el vacío, evite llorar de emoción, de todas maneras tenía miedo de que fuera nuestro último encuentro, pero deje el miedo de lado para disfrutar el reencuentro. Tú estabas más grande, y yo me sentía cada vez más pequeña entre tus brazos. Te amo, Te amo, que hermoso sonaba decirlo en aquella banca privilegiada de sombra. Quería tirarme al pasto para encontrarle formas a las nubes o ver las hojas secas moverse con disimulo entre las ramas, pero nuestra alergia al pasto, tú sabes. Besos y abrazos, la gente se extinguía, el ruido de los autos desaparecía, el mundo no era mundo, solo faltaba que llovieran hojas secas sobre nosotros, te dije que me encanta el otoño. Me perdí en tus ojos, tu mirada me consumió por completo, no olvidare como me miraste. Besos y más de esos, ya no me importaba que alguien notara que no estaba donde debía, las multitudes solo eran partículas flotando en el aire. Besos por montones, de a poco acerque mi mano a tu punto débil, me desesperaba pensar en algo entonces, la sangre me hervía por dentro, y por fuera me poseía un escalofrío que contenía más calor que frío, cuando tus dedos recorrieron por fuera esa grieta cálida deseé con tantas ganas tenerte en un rincón oscuro solo para mi... Seguimos caminando, nos perdimos por ahí. Soñaba despierta con besarte todo el resto del día. Estabas tras mi cuerpo impaciente, te sentía tan apegado a mi que la pasión se derramaba en mi cuerpo, mi piel pedía a gritos que tus manos cumplieran la magia de erizarme por completo. Y lo hiciste, sedujiste mis sentidos. Te sentía tan, tan cerca, tan apegado a mis deseos que te quería aún más cerca, tan cerca que acabaras siendo una parte más de mi cuerpo, que te incorporaras a mi carne. Tú, tus manos, tu cuerpo, querían hacerme tuya. No era el momento, ni el lugar, y la hora de despedirse estaba por alcanzarnos. Y continuamos el camino, no quería dejarte ir, era un milagro tenerte junto a mi de nuevo, aunque las horas se detuvieron cuando Te amé mirándote a los ojos, volví al tiempo real. Adoré la mañana junto a ti, a tu lado me sentía viva otra vez. Nos despedimos en un paradero, un beso para recordarnos, se marchaban tus ojos que brillaban en los míos. Crucé la calle acumulando esperanzas para verte pronto.
Subí a un bagón del metro, me fui pensando en nosotros, el ambiente se macha de recuerdos, y los recuerdos me alivian el corazón. Tengo fotos de nosotros, quiero una copia para cada rincón de mi casa, tengo un alma para ti, quiero llenar cada rincón de tu corazón...Te amo.”
1 comentario:
Qué romántico! jajaja
Algunos pasajes me identificaron y me trasladaron a mis 15 o 16 años cuando me enamoré por primera y única vez de una compañera del colegio y eso...
Saludos!
Inmortalis
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